
El Presidente de México volvió a defender al derrocado presidente peruano, Pedro Castillo, y lo reconoce como legítimo.
El presidente Andrés Manuel López Obrador defendió nuevamente a Pedro Castillo, quien fue derrocado de la presidencia de Perú y encarcelado por acusaciones de corrupción; dijo que sigue siendo “el presidente legal y legítimo”, a pesar de que le hicieron un “golpe de Estado”.
Sin que abiertamente haya señalado el no reconocimiento a la nueva presidenta de Perú, Dina Boluarte, el Mandatario mexicano arremetió otra vez en su contra y acusó al actual gobierno de aquel país de ser “racista” y haber encarcelado a Castillo por ser indígena.
Esta postura de López Obrador, de desafío ante la destitución de Castillo y de defenderlo a ultranza, provocó que, en febrero, Boluarte retirara al embajador de Perú en México.
Oficialmente, se ha señalado que la política exterior de AMLO no niega ni reconoce a otros gobiernos.
Algo difícil de entender porque es común que López Obrador recrimine acciones de gobiernos que no aprueba, como la represión de la nueva Presidenta peruana contra manifestantes afines a Castillo, que dejó un saldo de más de 60 muertos, y simplemente guarde silencio ante las acciones, igualmente represoras, de gobiernos que considera aliados, como los centenares de nicaragüenses que han sido asesinados por el gobierno de Daniel Ortega y los otros tantos que se han tenido que exiliar.
AMLO, por otra parte, explota, amenaza o se burla de cualquier señalamiento extranjero, sea por parte de gobiernos -como el cuestionamiento de la falta de eficacia en sus políticas de combate al narcotráfico que ha hecho Estados Unidos- o de organismos internacionales. De inmediato alude a que no permitirá injerencias o intromisiones a la soberanía de México; su posición pareciera la de aplicar la cita que dice: el ataque es la mejor defensa, y ha sido particularmente repetitiva contra señalamientos que se le han hecho en materia de derechos humanos.
