
«Regalan» Estadio de los Jaguares de Nayarit, el Gobernador Miguel Angel Navarro, entrega en comodato el «Coloso del Pacífico» a iniciativa privada argumentando que el gobierno no sabe administrar un equipo de béisbol, esto representa un duro golpe a las finanzas de Nayarit.
El reciente comodato del estadio de los Jaguares de Nayarit, un proyecto que costó a las y los nayaritas la astronómica cantidad de 700 millones de pesos, ha desatado una ola de indignación y cuestionamientos.
La decisión del gobernador Miguel Ángel Navarro de ceder esta infraestructura, construida con recursos públicos, a manos privadas bajo el argumento de que «el gobierno no sabe administrar un equipo de béisbol» es, en el mejor de los casos, una muestra de improvisación y, en el peor, una traición a la confianza de la ciudadanía.
El estadio, que debía ser un símbolo de orgullo para Nayarit y un motor de desarrollo económico y social, se ha convertido en un reflejo de la falta de planeación y responsabilidad fiscal del actual gobierno.
Las finanzas del estado, ya de por sí debilitadas, han quedado en números rojos tras la inversión en esta obra faraónica.
En lugar de buscar estrategias para maximizar su uso y garantizar beneficios para la población, el gobernador opta por la vía más fácil: regalarlo, «hasta con moño», a privados que, presumiblemente, sí sabrán sacarle provecho económico.
La justificación de Navarro es tan frágil como alarmante, al decir que el gobierno no tiene la capacidad de administrar un equipo de béisbol no solo es una admisión de ineptitud, sino que ignora ejemplos exitosos en otros estados donde los gobiernos locales han sabido gestionar infraestructura deportiva para el beneficio público.
¿Acaso no se contempló, desde el inicio, un plan de sostenibilidad para el estadio? ¿No hubo estudios de viabilidad que justificaran una inversión de tal magnitud? Si la respuesta es no, estamos ante un caso grave de negligencia administrativa.
Si la respuesta es sí, entonces la entrega del estadio en comodato huele a un arreglo que favorece intereses particulares por encima del bien común.
El impacto de esta decisión trasciende lo económico, en un estado con carencias en salud, educación y seguridad, destinar 700 millones de pesos a un proyecto que ahora se regala es un insulto a las necesidades de la población.
Las y los nayaritas merecen saber cómo se gastaron sus impuestos y por qué, en lugar de buscar alternativas como asociaciones público-privadas o un modelo de gestión eficiente, se optó por desprenderse de un activo que pertenece a todos.
El estadio de los nuevos Jaguares no es solo un inmueble; es un símbolo de lo que el mal manejo de los recursos públicos puede generar: decepción y desperdicio.
Las y los nayaritas no merecen que su esfuerzo fiscal termine en un regalo envuelto con moño para unos pocos. Es hora de exigir transparencia, responsabilidad y un compromiso real con el bienestar colectivo.
Ahora esperar a Octubre donde seguramente el gobernador Navarro, será de los primeros en lanzar la primera bola desde el montículo y sentado cerquita de Home.