El chapulineo eterno del verde - ZMG Noticias

El chapulineo eterno del verde, el PVEM desde su origen con el PRI, pasando por el PAN con Fox y su actualidad con Morena ahora coquetea con MC, como un chapulín que busca el mejor follaje sin importar el color del árbol.

 

En el circo político mexicano, donde las alianzas se tejen con la fragilidad de un telaraña y se rompen con la contundencia de un martillo, el Partido Verde Ecologista de México se ha convertido en el maestro indiscutible del chapulineo.

Ese arte ancestral de saltar de bando en bando, como el chapulín que busca el mejor follaje sin importar el color del árbol.

Nacido supuestamente para defender el medio ambiente, un credo que hoy parece tan olvidado como las promesas electorales, el Verde ha transitado por el espectro ideológico con la gracia de un camaleón en fiebre: del PRI al PAN, de vuelta al PRI, y ahora, en el gobierno de la Cuarta Transformación, finge lealtad a Morena mientras sus antenas ya palpitan hacia Movimiento Ciudadano.

La historia reciente, marcada por el voto traidor de Manuel Velasco, sugiere lo segundo.

En los noventa, el PVEM se alió con el PRI para sobrevivir, engordando su registro con el clientelismo priista. Luego, en 2000, saltó al PAN de Vicente Fox, solo para deslindarse un año después por «diferencias ambientales».

Regresó al PRI en 2003, y así, década tras década, ha sido el comodín de quien pague más en escaños o presupuestos.

Con Morena, el salto fue natural: en 2018 y 2024, el Verde aportó su estructura para catapultar a López Obrador y Sheinbaum, ganando curules a cambio de silencio sobre sus escándalos.

Pero la luna de miel se agrió rápido, en febrero de 2025, el Senado aprobó la reforma antipolítica de Sheinbaum contra el nepotismo y la reelección, impulsada para blindar la 4T de los vicios del viejo régimen.

¿Qué hizo el PVEM? Votó en contra, o al menos condicionó su apoyo con una reserva que pospuso la aplicación hasta 2030, salvando así el pellejo de sus dinastías locales.

Manuel Velasco, el senador chiapaneco y eterno aspirante, lideró esa maniobra, argumentando «necesidades transitorias».

El PVEM ahora negocia en las sombras con MC, el naranjita que gobierna Jalisco y Nuevo León con un discurso «independiente» que huele a ambición territorial.

El gobernador Pablo Lemus ha desplegado un coqueteo descarado con figuras verdes locales como Luis Munguía, el alcalde de Puerto Vallarta por el PVEM, un bastión turístico que Lemus corteja con inversiones y elogios públicos como en su informe de octubre de 2025, donde envió representantes para ovacionar sus obras.

No es filantropía: Vallarta es oro puro para MC, y aliarse con el Verde podría blindar la costa contra Morena. Pero el trofeo mayor es la diputada Yussara Canales, también del PVEM, cuya distancia creciente del partido la ha convertido en el anzuelo perfecto.

Rumores en Guadalajara la ubican en reuniones secretas con Lemus, quien le pide apoyo legislativo a cambio de un futuro en las naranjas.

Yussara, con su historial de deslealtades, de Morena al Verde, y ahora coqueteando con MC, encarna el chapulineo en miniatura: no elegible para reelección en el Verde, rechaza una regiduría y prefiere el poder real.

Este flirteo jalisciense no es aislado; es el microcosmos del Verde nacional, en un México polarizado, donde Morena domina pero pierde terreno en bastiones como Jalisco donde MC arrasó en 2024 con 42% el PVEM huele la sangre y salta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *