Trump se enfrenta a Dinamarca

Trump se enfrenta a Dinamarca, la visita del vicepresidente J.D. Vance a una base militar estadounidense en Groenlandia no ha sido bien vista por Dinamarca quien calificó el acto como una falta de respeto.
Donald Trump continúa con sus ideas extravagantes, mientras que las relaciones entre Washington y Copenhague han alcanzado su punto más bajo desde que Trump busca apoderarse de Groenlandia.
Aseguran que Dinamarca es incapaz de defender adecuadamente el Ártico por lo que Trump se ha negado a descartar el uso de la fuerza militar o la presión económica para adquirir la isla más grande del mundo.
Su posición geográfica favorece una posición estratégica para Estados Unidos, en cuestión militar, pues se encuentra a unas cuatro horas de vuelo de Nueva York por lo que sería ideal.
Pero eso no ha caído bien en Dinamarca pues el ministro de Asuntos Exteriores reprendió a Estados Unidos por su falta de respeto, Lars Løkke Rasmussen, instó a poner fin a los mensajes hostiles de Washington. “Se han hecho muchas acusaciones y alegaciones. Y, por supuesto, estamos abiertos a las críticas”, declaró Rasmussen. “Pero, para ser sincero, no apreciamos el tono con el que se está expresando”.
Las promesas de Trump sobre enriquecer a los groenlandeses han generado alarma en Dinamarca y Groenlandia, Vance le dijo a los groenlandeses que les iría mejor «bajo el paraguas de seguridad de Estados Unidos que bajo el de Dinamarca», en medio de lo que, según él, eran graves amenazas de Rusia y China.
La falta de respeto de Trump es lastimosa sobretodo pensando que Dinamarca solía ser un aliado de Estados Unidos, que incluso ha manifestado su rechazo popular: encuestas recientes indican que el 85% de los groenlandeses no quieren formar parte de Estados Unidos.
La visita del vicepresidente fue un movimiento calculado, pero torpe. Estados Unidos tiene legítimos intereses estratégicos en el Ártico, pero la forma en que se ejecutó esta visita ignoró sensibilidades políticas y culturales. No consultar previamente a las autoridades locales y danesas, especialmente en un momento de transición gubernamental en Groenlandia, fue una falta de tacto diplomático que solo alimentó la percepción de arrogancia imperialista.
Las críticas de Vance a Dinamarca, un aliado de la OTAN, también parecen innecesariamente confrontacionales; si el objetivo era fortalecer la cooperación en el Ártico, esto pudo haberse manejado con más sutileza.
Por otro lado, la reacción de Groenlandia y Dinamarca refleja un orgullo comprensible y una resistencia a ser tratados como peones en un juego geopolítico. La formación de una coalición amplia en Nuuk justo antes de la llegada de Vance fue una señal de unidad frente a la presión externa.
Si Trump realmente quiere avanzar en este tema, necesitará más que discursos sobre seguridad y visitas relámpago; hará falta una estrategia que respete genuinamente la voluntad de los groenlandeses.