
La falsa renovación del PAN, los discursos que caen en oídos sordos, una verdadera renovación, no es un eslogan de campaña, sino una transformación profunda de ideas, liderazgos y métodos, y no se parece en nada a los presentado por el blanquiazul.
Por: Miguel Nolasco Sánchez
En las instalaciones del PAN en Jalisco, el presidente nacional Jorge Romero y el presidente estatal Juan Pablo Colín ofrecieron una rueda de prensa que, en teoría, debía marcar un punto de inflexión para el Partido Acción Nacional.
Sin embargo, lo que se escuchó fue un discurso repetitivo de la dirigencia nacional y estatal, que parece caer en oídos sordos ante una ciudadanía harta de promesas huecas.
La gente sigue cansada de discursos vacíos y propuestas demagógicas, de actuaciones mediáticas que priorizan el espectáculo sobre la sustancia.
Pareciera que no entienden la verdadera necesidad de un cambio real, porque insisten en mostrar los mismos rostros, los mismos nombres y las mismas estrategias que han llevado al partido a sucesivas derrotas electorales.
En lugar de una autocrítica profunda, optan por reciclar figuras desgastadas, como si el mero paso del tiempo bastara para reinventar una institución desgastada por el poder y la falta de acción real como oposición.
Se nota claramente que la apuesta política se reduce a «el desgaste de Morena» y a un oportunista «nosotros los recibimos con los brazos abiertos» para aquellos que ya no quieran estar con la 4T.
Esta táctica no muestra nada nuevo; es una reedición de la oposición reactiva que ha definido al PAN en los últimos años.
Son incapaces de planear una agenda de verdaderos cambios, una que aborde con valentía los problemas estructurales del país: la desigualdad, la inseguridad, la corrupción endémica y la falta de oportunidades.
En su lugar, apuestan por el desgaste ajeno, esperando que el error del rival les regale el poder, sin ofrecer una visión propia que inspire confianza.
Cuando un partido político es incapaz de entender el significado de renovación, no merece la confianza del pueblo.
El PAN, en su actual inercia, arriesga convertirse en un eco del pasado, irrelevante ante un electorado que exige autenticidad y resultados concretos. Solo un cambio genuino podrá devolverle la legitimidad perdida.
