A 28 años de la histórica nevada en Guadalajara, Aquella mágica mañana de sábado sorprendió a los tapatíos, quienes despertaron con un paisaje inusual en una ciudad conocida por su clima templado y primaveral.
El 13 de diciembre de 1997, hace exactamente 28 años Guadalajara vivió un fenómeno meteorológico extraordinario: una nevada que cubrió de blanco las calles de la Perla Tapatía.
Aquella mágica mañana de sábado sorprendió a los tapatíos, quienes despertaron con un paisaje inusual en una ciudad conocida por su clima templado y primaveral.
La nevada inició alrededor de las 7:00 horas y duró aproximadamente cuatro horas, hasta las 11:00. Aunque la capa de nieve no superó el medio centímetro en la mayoría de las zonas, solo alcanzando hasta 3.5 cm en el sur de Zapopan, fue suficiente para transformar la ciudad.
Las temperaturas descendieron a niveles históricos, registrando mínimas de hasta -1.3 °C en el Área Metropolitana, e incluso valores bajo cero en puntos cercanos.
Este evento se debió a una combinación excepcional de factores: un intenso frente frío polar, combinado con alta humedad del Pacífico y el influencia del fenómeno de «El Niño» de 1997-1998, uno de los más potentes registrados, que alteró patrones climáticos globales y favoreció condiciones extremas de frío en México.
Los habitantes salieron a las calles en masa, abrigados y asombrados. Niños y adultos jugaron con bolas de nieve, construyeron muñecos efímeros y capturaron fotografías de un Guadalajara irreconocible: nevaba sobre el Parque Alcalde, los Bosques de Los Colomos, la Minerva y plazas emblemáticas.
Esa fue la segunda nevada registrada en la ciudad en más de un siglo; la anterior ocurrió el 8 de febrero de 1881. Expertos del Instituto de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Guadalajara indican que repetir un evento similar es posible, pero extremadamente raro, ya que requiere una alineación precisa de condiciones climáticas.
Hoy, 28 años después, aquella nevada permanece como un recuerdo de añoranza y nostalgia para quienes la vivieron, un regalo efímero que pintó de blanco la Navidad tapatía y que sigue evocando sonrisas en generaciones de jaliscienses.