Luego de seis meses de ocupación, soldados de Putin abandonaron la localidad de Izyum, en Ucrania. Testigos y víctimas relataron el calvario de la invasión y revelaron como torturaron, asesinaron y enterraron clandestinamente a familias enteras.
El viernes pasado, los investigadores empezaron a exhumar los cuerpos de más de 400 civiles y 17 soldados ucranianos enterrados en un cementerio improvisado en una fosa común en el mismo lugar. La zona, situada en un bosque a las afueras de Izyum, había sido utilizada como posición militar rusa.
Los funcionarios dijeron que habían identificado rápidamente signos de tortura en algunos de los cadáveres. Al menos uno tenía una cuerda alrededor del cuello, dijeron.
“Bucha, Mariupol, y ahora, por desgracia, Izyum”, dijo el viernes el presidente Volodymyr Zelensky, nombrando otros lugares donde las fuerzas rusas de ocupación infligieron una violencia generalizada a los civiles. “Rusia deja muerte en todas partes”.
Un centenar de investigadores desenterraron estoicamente las tumbas -cada una de ellas marcada con una simple cruz de madera y un número- y tomaron notas sobre el estado de los cuerpos en descomposición, midiéndolos y buscando detalles identificativos. El hedor de la muerte llenaba el aire, y los estampidos resonaban en el bosque mientras las fuerzas ucranianas desminaban una zona cercana.