La satisfacción del deber cumplido
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La satisfacción del deber cumplido debe ser la única recompensa del servidor público y no buscar agradecimientos de los ciudadanos.
La política si es bien entendida puede ser la forma en la que se puede hacer el mayor bien al mayor número de personas, en si esa es la labor del servidor público, servir a los demás.
Sin embargo, a veces, la soberbia y el egocentrismo nubla la visión de los políticos y los hace creer cosas que no deben ser, por ejemplo el que los ciudadanos deben ser “agradecidos” con ellos, por todo lo que han hecho.
Por una calle pavimentada, un parque remodelado o una obra de alcantarillado son obras para el bien de una comunidad y no deben ser cobradas por ningún motivo, incluso si ese “costo” es el agradecimiento de los ciudadanos, léase votantes.
Algunos políticos, sobretodo los que buscan reelección, hacen de sus obras un motivo para que los electores sean “agradecidos” y este sea reflejado en las urnas.
Está práctica tan común va en contra de los principios de un buen servidor público pues se debe actuar en pro de un bien común dejando de lado los intereses personales y quedando solamente con la satisfacción del deber cumplido, o así debería de ser.
